Rebel Love Song (Oneshot By:CocaStrange~)

Clasificada: M (+16) – R

Categoría: Slash (Fluff)

Personajes principales: Bill y Andy Biersack

Advertencias: Lime

Disclaimer: Todos los personajes públicamente reconocibles son propiedad de sus respectivos dueños, así como la canción que hace referencia a la trama, la misma y los diversos elementos son propiedad del autor.  

Género: Romántico.

Pareja Principal: Bill – Andy

Reto por: Misser Biersack

Series: Ninguno

Completo: Sí

Publicado: 04/07/2012

“Así que, pon tu mano en la mía, esta es nuestra noche”

El corazón de los rebeldes tomó el mismo ritmo. 

Era una noche muy fría y de cierta forma muy inusual para estar en vísperas de verano. Bill había decidido salir a comprar algunos atuendos que fueran más con el futuro clima, sin embargo, al mirar el reloj se dio cuenta que era demasiado tarde. Vivía en la frontera de dos barrios, el de clase alta y el de clase baja, ya que la clase media en Alemania no existía. Pensando en lo que le diría su madre, decidió tomar el camino corto. Bill, era una presa fácil para cualquier persona, vestía de una forma muy elegante con aquella gabardina entallada y unas plataformas sin igual, las bolsas de ropa siempre de un exclusivo diseñador, y aquellas plataformas que le daban seguridad a su cuerpo, claro, sin olvidar ese porte de diva.

—¡Hey, marica! ¿Qué traes ahí? —una voz gruesa, salida de la oscuridad se refirió a él. Bill sabía que no estaba en condiciones de un enfrentamiento. Tomo sus bolsas con gran fuerza y camino a pasos agigantados.

—¿Acaso no me escuchaste? —de nuevo la misma voz refiriéndose a él. En el fondo, las risas opacaron la voz y Bill pudo darse cuenta que no solo había un chico ahí. En un intento de correr, sus piernas le fallaron, haciendo que callera al frio suelo. Volteo hacia lo oscuridad con el nerviosismo y el miedo plasmado en su rostro, mientras escuchaba como alguien se acercaba.

—¡No me hagas daño! —susurró, mientras las risas sonaron más fuerte en la oscuridad. Las manos de un joven se deslizaron por el filo del cuello de la gabardina, alzándolo del piso con gran fuerza—, ¡No me hagas daño! —esta vez lo grito. El pánico podía verse en sus pupilas.

—¡Suéltalo! —una voz un poco menos ronca le dictó al joven. —¿Quién eres para decirme lo que tengo que hacer, Andrew? —Bill solo podía concentrarse en el rostro a medio iluminar de aquel sujeto. Andrew se acercó y retiro las manos del joven que se aferraban a Bill, tomo las bolsas y se las regreso a su amo.

—¿No tienen nada mejor que hacer esta noche? —les replico a los causantes de las rizas, sin recibir respuesta alguna. Tomo a Bill de la cintura y caminaron al final de ese infierno, mientras les dedicada una mirada amenazante.

—¿E-estás bien? —tartamudeo Andrew. Bill, por fin miro aquellos ojos azules que le habían salvado y sin decir más, se aferro al cuerpo de su acompañante— Tomaré eso con un sí. —siguieron andando hasta doblar a la izquierda, justamente una cuadra después de la casa de Bill.

—Lo siento, pero no puedo acompañarte, si los guardias me ven en este lugar creerán que él que te quiere hacer daño soy yo… tú sabes, los rebeldes del barrio bajo teneos mala fama.

—¿Pu-puedo verte otro día? —Andrew pudo darse cuenta como el rostro de Bill se ilumino. — Tengo que agradecerte por esto… —así son todos los ricos, pensó Andrew.

—Está bien, contáctame. —Andrew rebusco con toda confianza en el bolso de Bill, como era de esperarse encontró una pequeña libreta, que al poco tiempo la introdujo en una de las amplias bolsas de la gabardina.

—Ahora vete, te vigilare con la mirada desde el otro lado. —Bill miro hacia la cerca que dividía a los dos barrios, de nuevo miro los ojos azules que iluminaron su noche y rápidamente beso los suaves labios de su compañero y corrió en la dirección correcta cabizbajo.

***

—Pero, ¿Qué horas son estás de llegar, Bill? —Su madre estaba fuera de casa con su cigarrillo en mano. — Si tú padre estuviera aquí…

—Sí mi padre estuviera aquí yo no estaría contigo Simone. —Bill lo dijo con un tono que hizo llenar los ojos de su madre en lágrimas.

—Anda, ve a cenar.

—No tengo hambre. —replico Bill.

El padre de Bill había muerto hace algunos meses, dejándole toda su fortuna a Simone, su madre. Ella era una contadora exitosa, desde que se mudó con Bill a Alemania —su país natal—, las cosas habían cambiado drásticamente, una buena parte de su fortuna se fue a vicios como era el alcohol. Ahora cada vez que Bill miraba a su madre veía solo un reflejo de lo que alguna vez fue. Pero ahora después de ese corto periodo ya no le importaba más, en su cabeza ahora la única cosa que captaba su atención eran aquellos ojos azules. Corrió rápidamente a su habitación, desasiéndose de toda la ropa que traía puesta. Justamente en ese momento encontró la nota y en ella estaba escrita una dirección de correo electrónico. Por primera vez en todo el año la sonrisa de Bill, fue verdadera. Encendió rápidamente su computadora portátil y al poco tiempo de que su salvador apareciera en su lista de amigos, se conecto. Bill no podía ignorarlo, estaba recostado en su cama, mirando las estrellas desde la ventana, recordando a Tom.

¿Estás ahí?… —el cabello de Bill se erizo, había olvidado el detalle del beso.

Claro, por cierto… lamento lo ultimo. —el nudo en la garganta de Bill creció, tenía miedo de que todo lo que imaginaba con Andrew desapareciera, gracias a un beso.

No te preocupes, admito que ni siquiera la idea de besar a un chico me había llamado la atención pero… no estuvo tan mal. —Bill se enrojeció detrás de la pantalla y cuando menos se dio cuenta, se descubrió tocando la dureza de su miembro.

Pues, no sé que pienses de mi pero tampoco lo había echo, en fin, me gustaría saber tú nombre. El mio es Bill. —Bill se mordía los labios con tal placer jamás explicado, esperando paciente.

Andrew, aunque no me agrada.

¿Podría decirte Andy? Bueno, espero no te moleste…

Viniendo de alguien como tú… no. —Andrew era conocido como el típico chico rudo pero, a los ojos de Bill, hasta él mismo se sentía extraño ya que, ni con las chicas se comportaba así.

¿Podría verte mañana a las cinco de la tarde?

Supongo que sí, ya tienes que irte ¿cierto? —Bill sonrió.

Así es, es una noche fría y estoy cansado además, ese susto no me vino nada bien.

Lamento el comportamiento de esos estúpidos.

No es tú culpa, además gracias por haberme salvado.

Tranquilo, no me debes nada. Hasta mañana, ¿sabes? No me vendría mal un abrazo tuyo. —el corazón de Bill se aceleraba al mismo tiempo que el de Tom. Extrañamente, tomaron el mismo ritmo.

Si tienes suerte mañana te daré uno. Descansa. —Bill cerró la computadora móvil, olvidándose de todo cubrió su cuerpo con las suaves mantas mientras tocaba su cuerpo, imaginando que él que lo hacia era Andy.

***

—¿A dónde saldrás, con toda esa ropa? —Simone pregunto con ciertas notas de curiosidad en su voz.

—Eso no te interesa. —respondió Bill a regañadientes.

—No tienes por qué ser tan grosero, soy tu madre.

—Entonces… actúa como tal. —Bill ya había pasado la “etapa difícil de la adolescencia” y eso estaba más que claro. Pero jamás perdonaría a su madre el haber traicionado a su padre… la razón por la que murió.

Bill salió a la calle, eran exactamente las cinco en punto cuando llego al mismo lugar de anoche, claro no aquel donde la oscuridad lo intimidaba pero, sí a donde beso a Andy.

—Llegas puntual… la mayoría de la gente como tú no lo hace. —Bill sonrió al escuchar esas palabras—, Valla, hoy te ves todo lo contrario a como en verdad eres. —Bill vestía una playera negra muy entallada, sin mangas y unos jeans negros, entubados y rotos, justamente como los de Andrew.

—Y… ¿Cómo soy en verdad? —insistió Bill.

—No lo sé, eso quiero averiguarlo. —Andrew dirigió la mirada a  las manos de Bill—, ¿Acaso siempre compras ropa? —miró a Bill con una ceja alzada.

—Ah, lo siento, casi lo olvido. Es para ti. —Bill le tendió la bolsa.

—¿Es broma? —el gesto de Andrew lo decepciono un poco.

—¿No te… gusto? —los ojos de Bill se humedecieron.

—Claro que sí, solo que… —Andrew mostro la sonrisa más tierna que Bill conocía—, ¿enserio crees que podre vivir en una zona de pobreza con ropa tan cara, sin parecer un blanco fácil?.

—Eso no lo sabía. Lo lamento, si quieres dámela y yo… —está ves Andy fue el que estrello sus labios, tomo su cintura y lo acorralo entre su cuerpo y la pared. Sus labios se veían tan hambrientos, Bill fue rodeado por los fuertes brazos de Andy.

—E-esto… —Andrew puso en dedo entre sus labios, lo tomo de la mano y caminaron, alejándose cada vez más del infierno personal de Bill.

—¿Quieres un recorrido turístico por aquí? —Andrew se veía entusiasmado, orgulloso de lo que era de él. No hizo falta una respuesta por parte de Bill.

***

—Déjame pagarlo a mí. —Bill miraba aquel barquillo con helado de chocolate, como si fuera el primero que iba a probar en su vida.

—Gracias. —Andrew acaricio en el pulgar sus labios.

—Es hora de irnos, Bill. No quiero causarte más problemas.

—¿Más problemas? —Andrew se sonrojo—, Veras, ayer te seguí hasta tú casa, viole las reglas de no entrar a esa zona pero… me hubiera quedado preocupado. Tú mamá es un poco…

—No hables de ella —lo calló y la sonrisa se evaporo de su cara.

—¿Por qué aguantas tanto? , digo… tienes dinero, ¿Por qué depender de ella, si no la quieres? —Y la verdad que Bill jamás había pensado en esa opción.

—No tengo a donde ir… —Bill miro sus pies mientras hacia el típico sonidito con los dedos.

—Lamento que los barrios bajos no sean de tu agrado.

—¿Bromeas? —Bill levanto la mirada y se toó con aquellos ojos azules—, tanto me hubiera gustado ser como tú Andy, sé que no lo tienes todo, pero al menos tienes lo suficiente, me emociona conocer cosas nuevas. —la risa seca de Andy se dio notar.

—Y a mi me hubiera gustado tener un poco de lo que tienes —Andrew se acercó poco a poco a Bill mientras quitada un mechón de cabello que opacaba su perfecto perfil.

—¡Vamonos!

—¿Qué?, no, aun es temprano.

—No ese “vámonos” —dijo Andrew, haciendo con las maños el gesto de comillas—, quiero tenerte conmigo Billy.

—Es solo un crimen de pasión, para tomar lo que es mio. —esas simples palabras bastaron para borrar las dudas en la cabeza de Bill— Así que… pon tú mano en la mía.

—¿Dejaremos atrás todo verdad? —Las manos de Bill temblaban. No podía creer que al siguiente día de conocer a alguien lo podía cautivar de esa forma.  Pero era el estar más con Simone o compartir un nuevo sueño, una nueva felicidad.

—Claro —Bill, recargó su cabeza en el pecho de Andrew—, los corazones se sacrifican.

***

—¿A dónde crees que vas, Bill? —Simone lo llamaba a gritos. Salió de casa con las maletas en la mano, “lo necesario para ser feliz”, y subió al carro de Andrew. En el stereo empezó una canción Rebel Love Song.

—Esto podría describir tal cual nuestra historia. —Andy sonrió con aquella forma tan provocativa, poniendo duro a Bill.

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